Un blog tiene su origen en la necesidad de comunicarnos. Emitimos nuestra opinión, vivencias, experiencias, habilidades. Nos gusta sabernos leidos. Colocamos un contador de visitas, publicitamos nuestros seguidores, seguimos a amigos y también a desconocidos, admitimos comentarios y nos sentimos orgullosos. Algunos lo utilizan para promocionarse.
Cuando ese blog adquiere relevancia por cuanto al número de seguidores, entra la tentación de creernos en otro escalafón y puede que alguien hasta se lance y ... zas soy creador de opinión y experto. Experto en lo que sea, total en la web encuentro de todo. Y ahora comienza el problema, no para él, sino para sus seguidores.
Sin preocuparse de si es cierto o no, el autoproclamado divulgador vierte su verborrea en forma de texto e imágenes y ahí queda eso. Y no pasa nada, sólo que está engañando.
Un divulgador debe beber de los profesionales, contrastar información, hacer crítica de la misma, seleccionar lo más relevante y con todos estos ingredientes compartir y presentar el resultado, en forma de información u opinión, a la sociedad especializada o no. También indicar de dónde obtiene la información no original suya. Y quizás lo más importante, no plagiar ni adjudicarse lo que no es propio.
Batolito de Trujillo desde el Convento de La Coria. Trujillo. España |
Porque suele haber alguien que lee o escucha al autoproclamado divulgador.
Porque la web no es un coto cerrado y todos tenemos acceso casi a todas las webs.
Porque la ignorancia es muy atrevida.
Porque el suelo no es un elemento de la geología.
Ya no te sigo.