Es frecuente leer, en blogs de fotografía, que el fotógrafo de la naturaleza desea con anhelo la llegada del buen tiempo para salir al campo y realizar espectaculares fotos de paisajes, flores y algún que otro animal e incluso insectos.
Nuestro invierno es húmedo y frío aunque los días claros y despejados dejan una luz y una atmósfera que particularmente me gustan.
Los días nubosos permiten disfrutar terribles oscuridades y fantasmagóricos reflejos y las luces, imposibles de someter, juegan con nosotros al igual que el viento.
Nubes sobre el pantano de Alqueva, Alentejo. Portugal |
Lluvia, Azuaga, Extremadura. España |
Los despejados nos permiten admirar cómo va aflorando la biodiversidad y los culivos de invierno.
Cereales de invierno, La Roca de la Sierra, Extremadura. España |
Cereales de invierno, Valverde de Leganés. España |
Mientras, sin ruido, van apareciendo las primeras flores del año, efímeras pero convencidas de que al fin despertará la primavera.
Almendros en flor, Villanueva del Fresno, Extremadura. España |
Olivo milenario, Monsaraz, Alentejo. Portugal |
El interior del suroeste de la Península Ibérica, de inviernos suaves moderadamente lluviosos y días alternantes de luz y oscuridad, marca la retina y la escasa biodiversidad visible se mantiene agazapada esperando con ansias la primavera cual fotógrafo encerrado en su cuarto oscuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario