Apenas caen unas gotas de agua, del suelo nos brota vida en colores: verdes, rojos, amarillos, blancos. Aunque sea un pedregal. Conviven y cada cual cumple su misión, o quizás ha tocado vivir y hay que hacerlo.
Como es el caso de este olivar en los alrededores de Badajoz.
Máquinas fabricadas por genes para perpetuarse.
Ahí están, y los genes que han construido la maquinaria que nos da forma y vida, nuestros dueños y directores, nos permiten una tregua para poder admirar la obra de aquellos otros por mantener su acervo.
Y solo esa contemplación, amigo Luis, se convierte en uno de los instrumentos más potentes para llenar de alegría nuestra vida.
ResponderEliminarUn abrazo