Suelo comentar entre mis círculos, profesional y personal, que soy un outsider de la biología, en definitiva un biólogo rebelde que no me encasillo en el paradigma por el cual hasta hace relativamente poco tiempo la naturaleza había que mantenerla aislada de todo lo que le rodea. Curioso precisamente pues esta actuación es propuesta por profesionales de cualquier actividad menos, en la infinidad de los casos, de la biología ambiental. Ello condujo a que cuando dices que eres biólogo pues automáticamente te encasillan en un determinado tipo de persona un tanto peculiar preocupada por las florecitas de la campiña y el canto de los pajaritos.
Viene a propósito de una lamentable noticia en la que el afán de proteger sin ningún objetivo ni finalidad, tan sólo intentar aislar del entorno, ha dado al traste con uno de los ejemplares singulares de la flora de Extremadura, un alcornoque (Quercus suber) de 500 años de antigüedad. Y de seguir así no será el último, lamentablemente.
El decreto 4/1999 (DOE nº 8 de 19 de enero) para la declaración de árboles singulares de Extremadura se aplica con el objetivo de adoptar medidas destinadas a la conservación y protección que aseguren la continuidad de ejemplares singulares y de formaciones vegetales. Se basa en leyes, decretos y directivas, nacionales y europeas, que determinan la necesidad del mantenimiento del hábitat.
A mi juicio existen dos graves errores que causan la inviabilidad de lo que se pretende legislar. Uno es el empleo de los conceptos objeto: mantener, conservar, proteger. Esto se traduce en no tocar, aislar, cuando lo que creo se debe hacer es gestionar.
Quercus rotundifolia (encina). Azuaga, Extremadura. España |
Por otra parte, no se tiene en cuenta uno de los pilares imprescindibles para el desarrollo y mantenimiento de los ecosistemas y aquél no es más que el suelo. Si no cuidamos el suelo de nada servirán programas de conservación ni de protección de flora/fauna.
Esperemos que los administradores se rodeen de asesores preparados. Cuando una persona enferma no se siguen los dictados de aficionados para su cura.
Feliz Navidad
Cierto, amigo Luis. El árbol estaba evolucionando bien, sometido a las técnicas que, desde tiempo inmemorial, han venido desarrollando los que nos precedieron. Han llegado unos expertos, han impedido esas técnicas, y el árbol se ha muerto. ¿De quién es la culpa? De nadie, el árbol se ha muerto de viejo.
ResponderEliminar¡Y a nadie le da vergüenza!
En el campo hay conocimiento almacenado durante miles de años, y cuando un científico llega al campo tiene que ir con humildad, porque de lo contrario, lo menos que se hace es el ridículo.
Un abrazo
Querido Pepe, no quiero ni imaginar lo que habrá de ecosistema dentro de 500 años si continúan este tipo de "técnico" en puestos claves de la administración. Seguro que a día de hoy no hubiera existido la dehesa y al ritmo que vamos nuestros nietos no la disfrutarán.
ResponderEliminar¡Es que no se han enterado de lo que es y porqué existe la dehesa!